viernes, 1 de noviembre de 2013

Errores idiotas.

Creo que he sido, a lo largo de mi corta vida,  una persona, un joven, que ha hecho las cosas bien. Me considero inteligente, agradable y capaz de grandes cosas. Mas creo que siempre he cometido errores estúpidos, ni siquiera grandes errores, sino simplemente errores idiotas de los que  incluso me avergüenza hablar. Son pequeños errores que como pequeños agujeros en un globo de aire caliente lo pueden hacer caer si el maquinista llegará a descuidarse. Hoy pude pensar en ésto, y reconocer eso en mí. 
Puedo recordar esta pasada mitad de año. Yo intentaba entrar a la Universidad Pedagógica la cuál es una universidad de alta calidad y de carácter publico en Colombia, sus facilidades económicas me era, como a cualquiera seguramente, atractivas. Puedo recordar que leí varios libros sobre modelos pedagógicos y educación para prepararme para los dos exámenes que debía presentar; me preparé conscientemente. Luego, puedo recordar cómo presenté el primer examen y cómo logré superar ese primer paso, puedo recordar que no estuve atento a la pagina web de la universidad y fue hasta el mismo día en que se suponía que debía presentar el examen cuando me enteré de mi citación para éste. Si tan solo hubiese echado un vistazo al sitio web el día anterior no hubiese pasado los malos días que pasé ni hubiese escuchado tantas cosas desagradables que escuché de mi familia y más importante de mí mismo. 

Hoy fue similar. Otro error idiota a mí lista de idioteces. Llevo más de una semana durmiendo tan solo cinco o seis horas al día y dedicándome enteramente a mí trabajo final para el eje temático de Castellano. Realmente preparé un muy buen trabajo, no estoy seguro si perfecto, pero sí muy bueno. No me conformé con querer presentar cualquier cosa. El error de hoy, y seguramente no el ultimo ni el más idiota, fue llegar algo así como media hora tarde a clase. Válgase saber que no asistí a una clase de Francés anterior para darme tiempo a finalizar completamente el trabajo. Pues bien, esa media hora tarde me impidió presentar el trabajo, el cuál tiene un espacio muy importante en mis notas finales. En el momento de llegar a la universidad la profesora se había retirado hacía unos pocos minutos del lugar así que hablar personalmente con ella fue imposible. Después, pedí ayuda al director de la carrera universitaria que yo estudio y aunque él quiso ayudarme la profesora se negó, vía mensajes, a permitir que él recibiese mi trabajo por ella. No pude hacer otra cosa que igualmente dejar mi trabajo en manos del director de programa como constancia de haber presentado el trabajo el día que fue requerido y en el horario que, se supone, es el de duración de la clase. Éste error de hoy tal vez no me haga perder este semestre de castellano, más si dejará mis notas por el suelo. Más no es ésto lo que me pesa -si es que me permito que me pese sabiendo yo que hay cosas más fuertes a las que debo enfrentarme en mi vida- sino que, a decir verdad, hice un gran esfuerzo respecto a este trabajo y un error idiota, cinco minutos o más de tardanza, lo arruinó todo. 


Si es que en realidad se puede aprender de los errores y evitar tropezar sobre las mismas piedra, una y otra vez, espero poder hacerlo. Ya que si no es así, no sé cómo puedo hacer las cosas sabiendo que por más esfuerzo que haga siempre podré arruinarlo todo de un momento a otro. 


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